Como también hizo en otras ocasiones, a la hora de escribir "La bella malmaridada" Lope de Vega se inspiró en la tradición, fuente inagotable de leyendas, fábulas y canciones alimentadas por el imaginario colectivo. No se trataba de adocenar el ingenio a lo ya creado, sino de asegurarse el aplauso refugiándose en la cultura popular, como puede hacer hoy en día el cine con la novela o el cómic; es decir, de buscar un sustrato familiar para cualquier espectador, rústico o letrado, cuyo subconsciente se activaría de inmediato al reconocer el argumento, incitando su predisposición hacia una historia que había escuchado, leído o incluso tarareado en algún otro momento de su vida. El pasado, por tanto, se utiliza como un puente hacia el presente gracias al poder de la nostalgia. Sin duda, para semejante propósito no existiría mejor paradigma a finales del Quinientos que el tema de la malcasada, tan arraigado en lo popular que probablemente no tenga parangón en todo el Siglo de Oro. Un argumento devenido en moda poética que había eclosionado de forma definitiva a mediados del siglo XVI impulsado por los cancionero