Octavo libro de Las Princesas Dragón donde descubriremos los poderes de Rosko. Las princesas pueden ser de muchas maneras. Las hay deportistas, cursis, gruñonas, alegres, osadas... Algunas se juntan y... ¡BUM! Se convierten en dragón. Las Princesas Dragón tienen un problemilla: el dragoncito negro, la mascota de Rosko ¡es un monstruo rabioso! Solo se calma cuando Bamba canta. Y eso es casi peor. Menos mal que topan con una domadora capaz de amaestrar a todos los animales del mundo a cambio de... ¿cuál será el precio que deban pagar?